martes, 27 de marzo de 2012

EL MUNDO MÁGICO DEL DELTA DEL ORINOCO. AMACURO.


            

                               Mito Ye’ Kuana

En aquel tiempo nada había, ni pájaros había. Solo peladeros había, solo piedra y tierra rajada secándonos los ojos. Solo chamizas retorcidas de tanta sequía. Así era todo en un   principio, cuando la gente vieja vivía con hambre. Y por esto, muchos ruegos le hicieron a “Wanadi”, el poderoso, pues él debía ayudarlos. Y Wanadi pensó mucho, cantó mucho, fumó mucho sus hojas y tocando su Maraka se la pasaba. Más, finalmente hizo pájaros bellos   que   se   tornaban  en  hombres cuando querían...


EL DELTA DEL ORINOCO
El río Orinoco forma en su desembocadura uno de los deltas más grandes del mundo. Un lugar fascinante y tan extenso que los primeros conquistadores españoles que navegaron la zona pensaron que se trataba de un mar. 
 
 Un atardecer mágico en el Orinoco nos permite contemplar la grandeza de la naturaleza.
 
  Los indios warao habitan las orillas de los canales y las islas del Delta del Orinoco. A  bordo de sus curiaras de madera    son los mejores conocedores del intrincado mundo del delta y de los secretos que esconde la selva que lo circunda.

                       Las tarántulas tienen peor fama de lo que en realidad deberían como demuestra la fotografía.

  Los pobladores del Delta del Orinoco se comunican en barcas y curiaras, navegando sus caños y canales se adentran en     una jungla rebosante de vida.
                                 De la riqueza ambiental del gran río dependen los habitantes del comarca.

El tucán es una de las aves más bellas que habita estas selvas venezolanas.
Su alta biodiversidad lo convierte en un lugar muy especial donde nos encontramos grandes mamíferos como el tapir o el puma o el jaguar.

Durante miles de años, una multitud de islas se han ido formando en el delta a consecuencia de los sedimentos y el lodo volcánico aportado a las tierras bajas. Estos territorios son una reserva biológica mundial donde quedan cientos, quizás miles, de especies por descubrir. Preservar estos lugares de la explotación descontrolada del ser humano, es un deber y un ejercicio de responsabilidad si queremos que nuestros hijos puedan heredar un planeta verde, un Planeta Azul. 

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